Así se distribuyen ahora nuestros días.
Y los pasamos entre bibes, pañales, baños, abrazos, babeos, besos y ratos largos largos observándolos y viéndo las muecas y los gestos que hacen.
Y cómo mueven sus manitas y brazos, que parece que bailen flamenco.
Y ver sus piececitos, tan pequeños y tan parecidos a los míos, los pobres...
Hay tantos ratos al día que nos los comeríamos...y seguro que cuando sean un pelin más grandes nos arrepentiremos de no haberlo hecho...jajaja!
Y lo que más me gusta es cómo se tranquilizan con Papajavi y conmigo, como lo hacían mis sobris con mis hermanas, por más que yo les acunara o les entretuviera sólo con sus madres se calmaban del todo. Y ahora los canijillos lo hacen conmigo y con su papa.
Y esa es otra...Papajavi está que no cabe en sí...y a mí es que se me cae más la baba todavía...
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