5 de enero de 2014

Qué amigos tan guays!

Estas navidades nos hemos escapado unos días a Somo. Teníamos muchas ganas de desconectar un poco de las rutinas del día a día. Aunque sabíamos que, yendo solos con los canijos, íbamos a tener que armarnos de paciencia, estábamos seguros de que cambiando de ambiente no habría muchos problemas. Nos olvidamos, claro, de que estamos en plena fase mínimo-una-rabieta-al-día...

Como ya hemos aprendido de viajes anteriores, la mayor parte del trayecto la hacemos con los gordos dormidos...Nos costó aprenderlo en un viaje de vuelta de Somo, en el que pillamos la vuelta del mundo entero de los San Fermines por la A-1, con atascos del copón y con los niños llorando desde el minuto uno. Y eso, una y no más (aún se me ponen los pelos como escarpias de acordarme)...después de meditar mucho, estando un año largo sin coger el coche para trayectos mayores de 40 minutos, llegamos a la conclusión de que salir de madrugada y con la fresca era la mejor opción. Con todo y con eso, Marcos se despertó a diez minutos de Aguilar de Campoo y se puso a vomitar...Bendita Biodramina, también hay que decirlo...evita que se mareen y además, les ayuda a dormir. Amén. En el viaje de vuelta, les trajo dormidos hasta Somosierra...amén, amén, amén...

La primera rabieta de Sergio, fue la tarde de nuestra llegada, aún no recuerdo muy bien por qué, paseando por el centro de Santander. La gente nos miraba mucho, no se si pensando "qué pobres...y encima con dos" o "qué padrastrones, dejando al niño solo en medio de la calle y llorando a gritos". El premio al mejor actor dramático revelación se lo ha llevado él, sin duda. Era rondar las ocho de la tarde y echarnos a temblar. Era su hora R...Y Marcos nos cogía de la mano y  nos decía "mama-Roci, yo soy bueno"...

Como suele pasar, visitar Cantabria significa, entre otras muchas cosas, disfrutar de su gastronomía. Empezando por la cecina y las croquetas de La conveniente, pasando por el cocido montañés en Bárcena Mayor y los pinchos y tapas en Castro y terminando por un chocolate con churros en el Cormorán (que, aunque no es el lugar típico para tomarlos -véase Limpias-, la compañía lo hizo más rico). Sin olvidarnos de los sobaos del desayuno...ay madre...creo que voy a ir empezando con la operación bikini del 2015, que para este verano ya no llego...

Descubrimos un sitio muy chulo, en Ruente, que se llama La Oca en el Oceano, que es una cafetería y posada en una casita típica, monísima, con mogollón de cositas y con muchos dulces. Un descubrimiento al que volveremos seguro.

También hemos aprovechado para ver a amigos que tenemos por el norte. Un día quedamos con Jose y Fran (o Flose y Flan, como dicen los canijos..jajja!) y, se lo pasaron tan bien con ellos que, en cuanto se montaron en el coche nos dijeron que qué amigos tan guays!. Se hubieran quedado con ellos...aún se acuerdan de cuando jugaban con el móvil de Fran  y cuando corrían por el sardinero con unos perros de aguas persiguiéndolos. Disfrutaron como enanos. Los cuatro! Otro día quedamos en Castro Urdiales con Olaia y con Ricardo o, como dicen ellos, con "la chica que pegaba las pegatinas" y "el chico que iba con ella"...jajaja! 



Hemos visto el mar cantábrico en pleno apogeo, el perfil de invierno de la playa de Somo, caballos, vacas, burros, ovejas (dinosaurios no, con el pesar de Sergio...), hemos visto como Sergio defendía a Marcos cogiéndolo por los hombros y diciendo "no regañes a mi hermanito!", los canijos han descubierto que no todos somos iguales y que eso hace el mundo más divertido y variopinto, hemos dormido los cuatro en una cama, nos hemos reído, nos hemos hecho muchas fotos, hemos hecho "aventuras" y hemos disfrutado mucho.

La tierruca mola!




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