Como por fin, parece que el buen tiempo ha llegado para quedarse un rato largo, aprovechamos cualquier momento para salir con los canijos. Yo me los llevo a parque del barrio y allí se lo pasan pipa jugando con amigos que son del cole. Se ha juntado buena panda de niños de la misma quinta en el barrio y muchos van a la misma escuela que los canijos, así que son colegas.
A los canijos también les gusta mucho quedar con los amigos de papa, porque como dicen ellos, son muy guays! Hoy hemos quedado con Amaya, Luis y Bruno, que es otro peque de su misma edad. Hemos hecho plan de parque, en el de Valdebernardo, que está muy bien, es grande para no agobiarte con la gente, tiene estanque para echarle pan a los patos y praderitas verdes para jugar al balón. A los niños les gusta mucho y como ya son unos mayores y andurrean mucho solitos, nos dejan ratitos a los papas para charlar con amigos, que también nos apetece. Un poco de conversación al margen de los gordos y un poco de marujeo, quieras que no, anima.
Después del parque hemos ido a picar algo para cenar y no éramos la única mesa en el local con varios bebés pero, desde luego, sí en la que menos se notaba que había niños. Comentábamos que hace unas pocas semanas, los abuelos dijeron que se quedaban con los canijos un rato para que Papa-Javi y yo pudiéramos ir a cenar solos. Eso hicimos y nos colocaron en una mesa al lado de una familia con dos niños pequeños. La niña no paró de llorar en todo el rato, hecho que parecía no importarles nada a los padres ya que seguían hablando como si nada, y el niño se pegaba a la mampara que separaba su mesa de la nuestra y nos miraba todo el rato. Nosotros pensábamos que íbamos por despejarnos de niños y nos había tocado "aguantar" a los de la mesa de al lado y hablábamos también de lo bien que suelen portarse los canijos cuando salimos con ellos. No dan guerra y se conforman con todo lo que les dices. Nunca nos han montado un pollo en ningún restaurante, a pesar de que no solemos ir a sitios con zonas adaptadas para niños con juegos o alguna distracción. Ellos mientras tengan pan que comer y les deje dar un sorbito de mi Nestea, se quedan tan pichis.
Estas cosas te hacen pensar que a lo mejor no lo estamos haciendo tan mal con los niños al fin y al cabo. Y tardes como las de hoy te dan ganas de no dejar pasar tanto tiempo entre una quedada y otra con los amigos. Se echa mucho de menos la vida social...
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