Mi sobrino mayor, se ríe cuando le decimos que vamos a pasar la tarde al Decathlon. Él, como profesional del deporte, o INEFTO, lo ve como un lugar donde conseguir el material a buen precio o como un lugar donde trabajar. Nosotros, y me atrevería a decir que la mayoría de los padres, lo vemos como un parque de juegos, un lugar multi-aventura. Que no sabes qué hacer una tarde...pos pa'ya que te vas!
Es entrar y los canijos ya se ponen nerviosos. Lo primero que hacen es localizar una pelota para ir con ella por toda la tienda. Solo la dejan para probar las bicis o los monopatines o cambiarla por otra que les guste más. Juegan al baloncesto, con las pelotas de tenis, se suben en las máquinas de gimnasio, hacen tonterías delante de los espejos, corren, suben por el rocódromo, se esconden en las tiendas de campaña, se suben en las balsas...Y cuando ya hemos visto todo y hemos pasado por caja para pagar lo que se nos ha antojado esa vez (que es rara la vez que no salgamos con algo...), llega la segunda parte. Salimos a las pistas que tienen fuera y siguen jugando al fútbol o al baloncesto (esta vez ya con las pelotas que traíamos de casa...). Y mira, cuando te quieres dar cuenta pues ya es la hora de volver a casa para bañarles y cenar. Has pasado la tarde, con un plan apañao, low-cost...
Es entrar y los canijos ya se ponen nerviosos. Lo primero que hacen es localizar una pelota para ir con ella por toda la tienda. Solo la dejan para probar las bicis o los monopatines o cambiarla por otra que les guste más. Juegan al baloncesto, con las pelotas de tenis, se suben en las máquinas de gimnasio, hacen tonterías delante de los espejos, corren, suben por el rocódromo, se esconden en las tiendas de campaña, se suben en las balsas...Y cuando ya hemos visto todo y hemos pasado por caja para pagar lo que se nos ha antojado esa vez (que es rara la vez que no salgamos con algo...), llega la segunda parte. Salimos a las pistas que tienen fuera y siguen jugando al fútbol o al baloncesto (esta vez ya con las pelotas que traíamos de casa...). Y mira, cuando te quieres dar cuenta pues ya es la hora de volver a casa para bañarles y cenar. Has pasado la tarde, con un plan apañao, low-cost...
Ikea también es una opción de este tipo, siempre entre semana claro, porque un finde por allí no se puede ni entrar. La verdad que hasta la fecha no hemos conseguido dejar a los niños nunca en su zona de juegos...bien porque era tarde, bien porque era pronto o bien porque no nos habíamos apuntado a la lista...pero qué me estás contando?? ni que fuera Pachá...en fin, que los canijos aún están en la fase esa de quiero entrar pero entras tú conmigo, y como eso no puede ser, pues les subimos en unos carros pequeños, de esos que tienen solo el asiento del niño y unas cosas para enganchar la bolsa amarilla y empezamos el recorrido. Eso si es que los hay, claro, porque son un bien muy codiciado en la tienda, si no, pues andando que es gerundio...Total, que Ikea es bastante kids-friendly y los trabajadores bastante transigentes con los niños por al tienda. Para ellos es una fiesta poder probar todas las sillas y tumbonas. Coger un rollo de esos de quitar las pelusas de la ropa y pasearlo por toda la tienda es lo más. Les encanta entrar en las casitas que tienen montadas y pararse en todos los corners de juegos que hay por la tienda.
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La imagen viene de aquí |
Ya cuando llegamos a la zona infantil, es el despiporre... Tantas cosas a su mano y sin que nosotros les digamos que no las prueben, pues eso...ancha es Castilla! Aún así, mis niños son muy comedidos y no se ponen a hacer el animal como es el caso de algún que otro mini-ser que hemos visto por allí...
Ayer no quisieron merendar cuando tocaba y cuando estábamos en mitad de la tienda empezaron a llorar a grito pelao diciendo que tenían hambre y que querían merendar otra vez...El resto de clientes me miraban con cara de "anda madrastrona que tienes a tus adorables pequeños hambrientos"...así que para finalizar el plan de churreteo, al salir, nos compramos unos perritos para callar un poco es estómago. Los canijos estaban encantados. Empezaron a hacer la fiesta en cuanto les dijimos que, al salir, les compraríamos un perrito. Ellos, con su mini-perrito en la mano (que no es que fuera en tamaño infantil...es que son así de pequeños) tan contentos, hasta que a Marcos después de darle el primer mordisco, se le cayó al suelo. Ver su cara y cómo miraba el perrito en el suelo fue para querer achucharle hasta los 18...luego con los pucheros que hacía el pobre....pues a por otro que fuimos y esta vez, ya le ayudé yo para que no repitiéramos la operación. Se acabaron comiendo dos perritos cada uno y, ale, ya habían cenado. En casa vasito de leche y a la cama.
Y así pasamos algunas tardes con los canijos, por variar el plan de casa de las tatas y del parque. Así también nos sirve de churreteo para los papas!
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