25 de noviembre de 2013

Objetos de apego


“Los objetos de apego son objetos que ayudan al bebé a calmarse y le aportan bienestar emocional en situaciones complicadas, como el período de adaptación a la guardería, cuando tienen que dormirse solos o cuando se sienten frustrados o desolados”.

Cuando lees acerca de los objetos de apego, siempre te pone prácticamente lo mismo.  Que son objetos elegidos aleatoriamente por el niño y que tiene que ser ese objeto y no cualquier otro. También que estos objetos de apego suelen ser peluches, mantitas, el chupete… Bueno pues, en esto Marcos nos ha salido un tanto “especial”. Siempre ha sido muy de manías. De querer las cosas de una determinada manera o hacer las cosas como él quiere hacerlas o que se hagan. Como ya conté, el chupete ha sido muy importante para él, igual que para su hermano. Pero últimamente, como si se oliese que a su “tete” le quedaba poco, ha ido cogiendo un especial cariño a los objetos más disparatados.

Lo primero por lo que le dio fueron los relojes, uno de Pokemon, concretamente. No es tan disparatado. Lo malo es que no se lo quería quitar ni para dormir. Cuando conseguimos hacerlo desaparecer, porque en varias ocasiones le había pegado con él a su hermano en la cabeza, siempre conseguía otro nuevo. O se lo pedía a una tía o a otra…el caso es que siempre iba con reloj. Tanto de juguete, como de verdad, nuevo o antiguo, grande o pequeño, le daba igual, no se movía sin su reloj. Mientras hacía calor, todo bien porque el reloj no se tapaba. Lo difícil llegó cuando el frío hizo que la manga larga e, incluso, la chaqueta hicieran acto de presencia…ya no se veía el reloj y se cabreaba mucho, se quería remangar todo el rato…

Otro día, jugando con el Mr. Potato, se puso sus gafas y como vio que a su tía Nines y a mí nos hacía tanta gracia verle con ellas, decidió que quería llevarlas a todas partes. Se las ponía para ir a la guarde, para salir al parque, para estar en casa…y el reloj también, claro. Lo de las gafas no duró mucho porque, casualmente, las dejamos olvidadas en casa de sus abuelos. Y menos mal, porque era un suma y sigue…


Pero no pasa nada. En seguida encontró otro sustituto…un muslito de pollo de juguete, de esos que vienen en los juegos de cocinitas, que les regalaron para su cumple. Para él es su “salita”, como alita de pollo…no se qué les pasa con las palabras que empiezan por vocal, siempre las adaptan a su lengua de trapo…Y con el muslito seguimos. Se acuesta con él, va con él a la guarde y se lo quitan para dormir la siesta pero en cuanto sale, lo coge de su buzón otra vez. Lo usa de palo de golf, de bate de beisbol, de raqueta de tenis, de micrófono, de cuchillo…en fin, es un mundo de posibilidades del dichoso muslito. Y cuando se lo quieres quitar, te mira con esa carita…
 
Estamos a la espera de qué vendrá después de la “salita”…miedo me da…

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