“Los objetos de apego son objetos que
ayudan al bebé a calmarse y le aportan bienestar emocional en situaciones
complicadas, como el período de adaptación a la guardería, cuando tienen que
dormirse solos o cuando se sienten frustrados o desolados”.
Cuando lees acerca de los objetos de apego,
siempre te pone prácticamente lo mismo.
Que son objetos elegidos aleatoriamente por el niño y que tiene que ser
ese objeto y no cualquier otro. También que estos objetos de apego suelen ser
peluches, mantitas, el chupete… Bueno pues, en esto Marcos nos ha salido un
tanto “especial”. Siempre ha sido muy de manías. De querer las cosas de una
determinada manera o hacer las cosas como él quiere hacerlas o que se hagan.
Como ya conté, el chupete ha sido muy importante para él, igual que para su
hermano. Pero últimamente, como si se oliese que a su “tete” le quedaba poco,
ha ido cogiendo un especial cariño a los objetos más disparatados.
Lo primero por lo que le dio fueron los
relojes, uno de Pokemon, concretamente. No es tan disparatado. Lo malo es que
no se lo quería quitar ni para dormir. Cuando conseguimos hacerlo desaparecer,
porque en varias ocasiones le había pegado con él a su hermano en la cabeza,
siempre conseguía otro nuevo. O se lo pedía a una tía o a otra…el caso es que
siempre iba con reloj. Tanto de juguete, como de verdad, nuevo o antiguo,
grande o pequeño, le daba igual, no se movía sin su reloj. Mientras hacía
calor, todo bien porque el reloj no se tapaba. Lo difícil llegó cuando el frío
hizo que la manga larga e, incluso, la chaqueta hicieran acto de presencia…ya
no se veía el reloj y se cabreaba mucho, se quería remangar todo el rato…
Otro día, jugando con el Mr. Potato, se puso
sus gafas y como vio que a su tía Nines y a mí nos hacía tanta gracia verle con
ellas, decidió que quería llevarlas a todas partes. Se las ponía para ir a la
guarde, para salir al parque, para estar en casa…y el reloj también, claro. Lo
de las gafas no duró mucho porque, casualmente, las dejamos olvidadas en casa
de sus abuelos. Y menos mal, porque era un suma y sigue…
Pero no pasa nada. En seguida encontró otro
sustituto…un muslito de pollo de juguete, de esos que vienen en los juegos de
cocinitas, que les regalaron para su cumple. Para él es su “salita”, como alita
de pollo…no se qué les pasa con las palabras que empiezan por vocal, siempre
las adaptan a su lengua de trapo…Y con el muslito seguimos. Se acuesta con él,
va con él a la guarde y se lo quitan para dormir la siesta pero en cuanto sale,
lo coge de su buzón otra vez. Lo usa de palo de golf, de bate de beisbol, de
raqueta de tenis, de micrófono, de cuchillo…en fin, es un mundo de
posibilidades del dichoso muslito. Y cuando se lo quieres quitar, te mira con
esa carita…
Estamos a la espera de qué vendrá después de
la “salita”…miedo me da…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos un comentario, nos encantará leerlo!